La molestia de los imberbes

Nos enfrentamos hoy en día ante un grave problema de rebeldía incontrolable. Un caos que se esparce viralmente sobre nuestros hábitos y conductas. Ellos nos sofocan y coartan nuestras actividades haciéndonos sentir presos en nuestro propio espacio. La meta es controlarlos para recuperar nuestra deseada libertad.
La historia ha demostrado que, cuando los niños estaban contenidos, permitían el bienestar de la sociedad. Pero hoy en día han liberado a esos pequeños demonios que se mueven en masa y arrasan con todo lo que hallan a su paso. Efectivamente, nos referimos a ellos, los niños. Esas criaturas insaciables que violan los paquetes de alimentos en los supermercados y esparcen su contenido por doquier. Esos imberbes que nos manipulan para lograr sus objetivos, succionando nuestra energía y dinero a cambio de dulces nocivos y juguetes.
Ellos nos interceptan, están al acecho en las veredas, en los shoppings, cines, teatros, consultorios médicos. Se han convertido en una epidemia. Creemos coherente y urgente su limitación en los viajes de transporte público. No estamos dispuestos a soportar un llanto más, los caprichos y berrinches.
La sociedad los ha provisto de derechos que les han brindado poder y dominación transformándolos en máquinas movilizadoras del capitalismo. Esta situación no puede continuar. Es alarmante cómo irrumpen en nuestra vida cotidiana. Han llegado a doblegarnos. Tal lo demuestra el caso de Matías, “el psicótico del chicle”. Su perfil molesto se caracteriza por pegar goma de mascar en los lugares más incómodos, como los cerrojos de las puertas, las máquinas de monedas de los colectivos y en los pasamanos de los changuitos de supermercado. ¿Le parece un paisaje Naïf? ¡No! Esto es producto de padres negligentes y un sistema que los ampara.
El caso de Matías legitima un modelo, un líder aspiracional para miles de chicos que siguen sus pasos en busca de fama y gratificación. De esta forma, la masa se torna incontrolable y la única vía posible para detener y revertir esta angustiosa y turbulenta situación es imponiendo leyes.
Los niños deberían portar licencias para transitar en medios públicos. Aquellas parejas que opten por tener descendencia deberán poseer vehículo propio para el mejor control y seguimiento de sus hijos de manera de no atosigar a otros ciudadanos. De lo contrario, serán multados y condenados a atender a grupos de niños. Impulsamos la clasificación cromática de los menores codificándolos según su nivel de hiperactividad. Las más hiperquinéticos portarán el rojo en su vestimenta y los menos, en verde, ya que el blanco no es meritorio para ninguno de ellos.
Queda abierta la participación de todos los adultos responsables que sostengan la idea de continuar la tarea civilizadora de nuestra ONG.

Carla Arend y Cecilia Arzeni
“Víctimas de la realidad”

Comentários

Lucas disse…
isso é verdade ou brincadeira?

#medo
Carla Arend disse…
que todos os pais deveriam ter carros eu concordo. hahaha. mas foi um trabalho de aula, a gente tinha que escrever contra algo que gostava. e eu escrevi contra as criancas porque ando com espirito maternal. rsrs